JORGE CAFRUNE |
El Turco era muy amigo de Aníbal Sampayo. Se conocían desde el 62 o 63, cuando debutó en Cosquín. Con el correr del tiempo, fueron compartiendo cosas muy íntimas. Entre ellos la confianza era total. En ese marco, no fue extraño que cuando Aníbal tuvo sus primeros escarceos revolucionarios, el confidente obligado fuera el turco.
-¿Estás seguro Aníbal? ¡Mirá que la mano viene brava!
-¡¿Y qué querés Jorge?, ¡los compañeros me piden esta gauchada! No les puedo fallar.
-¡Entonces yo te acompaño!.
-¿Para qué nos vamos a arriesgar los dos? No seas bobo que no pasa nada.
-¡Mirá lo que te digo Aníbal! Si vamos los dos es mejor. Vos no sos tan conocido en Argentina, y si arreglamos alguna actuación mía, te espero y nos movemos juntos. ¡Vas a ver que vamos a andar bien!
Aníbal, lo pensó mejor y quedó convencido. Cruzar la cordillera no representaba gran riesgo, (1) pero andar miles de kilómetros en Argentina, solo, era muy peligroso.
Llevaron el plan adelante, y felizmente todo salió a pedir de boca.
Pasaron por la casa de la mamá del turco para descansar un poco del viaje. No recuerdo su nombre (Aníbal siempre la nombraba) pero si, los dimes y diretes de esa personita tan simpática. Cafrune la adoraba, y Aníbal ocupaba un lugar importante en su corazón. Le divertía mucho el carácter de éste siempre bromeando, pero por sobre todo, le tenía un gran respeto por sus composiciones.
Ese día, después de comer algo y charlar de todo un poco, le dice a Aníbal:
-¡Don Aníbal!, ¡¿porque no le dice al Turco i mierda este que cante cosas mejores!,
-¿Cómo cosas mejores doña…?
- ¡Y sí!, ¡pasa cantándole al amor y todas esas pavadas! ¡Que cante canciones protesta,
canciones revolucionarias como las suyas!
-¡Pero si canta canciones mías doña!
-¡Yo digo las guerreras!,…Ramón,… Muchacha,…todas esas! ¡Con los milicos i mierda que están mandando, no puede cantar lo que canta! ¿Sabe lo que pasa, don Aníbal?... ¡que es un turco cagón! No le dan las pelotas pa· cantar lo que tiene que cantar ¡Digalé don Aníbal!
Todo este comentario era festejado con grandes risotadas de Aníbal, y una paciente sonrisa a medias de Cafrune. En cierto momento el Turco se acercó a la ventana, y quedó mirando hacia fuera donde estaba el “Indio” de Aníbal, que ostentaba, impúdico, todo el polvo acumulado en el largo viaje desde Chile. Allí se quedó, mirando, hasta que se acercó Aníbal suavemente:
-¿Qué mirás Jorge?
-Nada, -le contestó este- , pensaba nomás.
Creo que la madre de Jorge Cafrune nunca se enteró que en esa camioneta que estaba estacionada frente a su casa, había veinticinco fusiles-ametralladora MP40 “embagallados” en los guardabarros falsos.
¿O sí...?
¡Con una madre nunca se sabe!...
Colaboración de Ricardo Infante.
ANIBAL SAMPAYO |
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