REFLEXION

PUEDEN ACUSARME DE HABER FRACASADO; PERO NUNCA DE NO HABERLO INTENTADO

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EL TUNEL DEL TIEMPO


No diré que era fanático, pero miraba con asiduidad la famosa serie de televisión. Cuando aún la televisión no se había convertido en un paradigma de culos y tetas y de largos programas dedicados a hurgar vidas ajenas y a concursar para ver cual descubre mayor cantidad de cornudos/as y demás miserias humanas entre habitantes de la farándula, que ofrecen sus historietas de vida por unos manguitos o por aparecer con sus lacras personales aunque sea unos segundos en pantalla. Cosa que por su calidad artística jamás podrían hacer. Lo que más me atraía de la serie, no eran sus historias en sí, sino la expectativa que creaba de poder retroceder en el tiempo y revivir situaciones que en la práctica no se podía. Y aunque fuera con la imaginación tratar de enderezar cosas que habían quedado torcidas.
Para la ciencia y la lógica algo totalmente imposible. Pero la imaginación se mueve con otros parámetros. Y contamos con la memoria, nuestro “túnel del tiempo”. Adonde solo nosotros podemos viajar. Toda nuestra historia está allí archivada aunque hayamos perdido la contraseña y no podamos encontrar archivos. Hasta que por ahí surge algún hecho, una palabra, una melodía, un sabor, un olor, que oficia de contraseña y en la pantalla de nuestra conciencia aparece el tal archivo que nos hace revivir pasados momentos tal como si estuviéramos ahí. Me ha pasado infinidad de veces y supongo que todos, en algún momento, hemos participado de esa experiencia. La última, en mi caso, fue el haber revivido a un personaje de la historia uruguaya que casi con seguridad las nuevas generaciones no registran DON DOMINGO TORTORELLI. Tenía siete años cuando lo ví por primera y única vez. Arengando a sus correligionarios en la esquina de 18 y J, Paullier, desde el balcón de su casa. Era época de carnestolenda electoral y se respiraba el ambiente festivo. Eramos por entonces la Suiza de América. Campeones de la democracia, que descendía directamente desde sus creadores los griegos. Encima Campeones del Mundo con la gesta de Maracaná todavía resonando por estos lares. Vivíamos en un éxtasis que parecía que nunca se iba a acabar. Habíamos llegado al súmmum, al non plus ultra. Hoy, mirando para atrás, diremos con Benedetti, ¡como nos ensartaron!. Pero eso es otra historia, negra historia para quienes hemos sobrevivido. Volvamos al disparador de todas estas añoranzas : Tortorelli. Político de raza, había captado perfectamente la idea de que, cooptado por algún partido político todas sus ideas a favor del pueblo serían anuladas. Por eso en un gesto de dignidad y claridad política decidió salir a la pelea sólo, aún a sabiendas de que perdería. Y allá plantó bandera de su partido y su lista 200.
Llevaba hasta el extremo la metodología, que aún hoy subsiste, de decirle al pueblo lo que quiere oír, total el hacer y como hacer parece que poco importa. Hasta que volvemos a la normalidad cotidiana después del carnaval político y como saldo nos queda un paquete de promesas incumplidas desde antes de hacerlas. Eso hasta ahora no ha cambiado. “Pasa el tiempo y el Uruguay conserva sus rasgos más típicos”, decía la propaganda de Rausa. Así desfilaban, dichas con total seriedad propuestas tales como: A).- las calles en bajada, para ahorrar combustible, (ya contemplaba la ecología); B).- las canillas de leche y vino en todas las esquinas, (duro ataque a la desnutrición hoy rampante); C).- las plazas con techo, (los pobres no desaparecían de nuestra geografía pero al menos dormirían al abrigo. De paso era un avance en materia habitacional y les restituía algo de la dignidad perdida); D).- rebaja del 50% en los precios de los productos básicos de la hoy denominada pomposamente “canasta bäsica”, (durísimo y frontal ataque a un flagelo con el cual ni los premios nobel han podido: la inflación. Era el anuncio de una sociedad justa, algo que 60 años después seguimos esperando); E).-jornada laboral de ¡Quince minutos!, (al carajo con las 8 horas marxistas-leninistas. Si lo pensamos un poco y dado el avance tecnológico debe ser el tiempo de trabajo socialmente necesario para reproducir la fuerza de trabajo gastada en la producción por el proletariado.); F).- el estadio centenario sería techado, (ni el mal tiempo interrumpiría nuestra liturgia futbolera todos los domingos). Cuando hoy vemos desparramados por el mundo tremendos estadios techados, y hasta con techo corredizo lo vemos como obras de arte arquitectónicas. El ya lo había visualizado medio siglo antes. Todo un visionario adelantado siglos a su época Don Domingo. Como puede verse, el programa que el pueblo uruguayo tomaba para la chacota es el que le han estado vendiendo, (palabras más, palabras menos), los últimos ¡¡60 años!!. Y que ha estado comprando vez tras vez sin mirar mientes si la oferta venía de la derecha o de la izquierda. Otra comprobación, y van…., de que todo es la misma mierda con diferente olor. Hoy, después de haber olido y degustado tanto a una como otra opción , la visión de Tortorelli, caso de que fuera posible llevarla a la práctica, suena a revolucionaria . Hoy es tarde para reconocimientos populares. Don Domingo Tortorelli, (DDT), y su sempiterna compañera de la vida y de fórmula presidencial, Anatolia Manrrupe de Tortorelli, (AMdeT) , humildemente pedimos perdón por habernos tomado en joda sus propuestas políticas que tanta sangre, sudor y lágrimas nos hubieran ahorrado, y que hubieran hecho que esta humilde crónica de reconocimiento la estuviera escribiendo en el país que Uds. amaron.