Sobre el hecho en sí, queda poco y nada, Algunos hechos derivados que he ido recordando mientras desenterraba de la memoria lo que me pareció principal y sustancial, y que dejaré para mis entretelas para no cansarlos con anécdotas secundarias.
Lo que sigue es lo que después de años he ido sabiendo por alguna literatura que apareció mucho después de terminada la noche militar y empezara la noche “democrática” en que aún estamos y por terceras personas de modo que de algún modo deslindo mi responsabilidad ya que no tengo la capacidad y el tiempo de comprobar todos esos datos. Exceptuados por supuestos hechos en los cuales he tenido intervención personal.
La investigación del hecho la tomó en sus manos el Comisario Silveira Regalado. Flamante jefe del flamante servicio de Radio Patrulla. La cana lo había becado a EEUU y con los conocimientos allí adquiridos había organizado el servicio. Seguramente en algún programa de cooperación como los que dejó al descubierto años después el ajusticiamiento de Dan Mitrione.
De trato afable, vino un par de veces a la agencia a tratar de recabar algún dato que hubiera quedado colgado por ahí y que le permitiera algún avance en su investigación. En esos contactos nos dejó entrever, hasta donde le era posible, el carácter de esta organización que nos había pasado por encima, lo cual confirmaba lo que yo había intuído: no eran chorros comunes. Según él, cuando recibió el alerta por el asalto había diagramado donde los componentes de la organización iban a abandonar el auto utilizado. Una llamada anónima, probablemente hecha por estos muchachos, le hizo cambiar el esquema y perdió. Así son los combates de las inteligencias. Siempre según el comisario , iba a esperarlo a una cuadra de donde lo encontraron al coche de marras allá por el Cerro. Enterado de que me apasionaban los fierros, una tarde antes de irse me invitó a ver el baúl de su coche. Era una fiesta. Quedé con la boca abierta. Lo que más recuerdo fue una escopeta 12,70 con caño recortado. La cargaba con cartuchos de 9 perdigones de acero. Una verdadera bazooka de bolsillo. Y un Magnun ,357, en aquel momento arma poco común, cargado con una munición especial que usaba la policía de caminos en EEUU, capaz de meterle a un coche un tiro en el baúl y partirle el carter del motor. “Su” reglamentaria era un pistola Astra 7,65. Excelente pistola española. Fue la última vez que lo ví. Cayó pocos días después en un enfrentamiento, haciendo un allanamiento en una chacra-refugio de la susodicha organización. Dejamos por aquí la historia de la muerte de Silveira, tengo dos versiones distintas, y las dos de fuentes medianamente creíbles. Si hay lugar volveré sobre el tema.
El asunto es que el casi payasesco asalto al banco que he descripto antes, mirando retrospectivamente fue la punta de una madeja, al menos para el pueblo uruguayo en su conjunto, que comenzó a desenredarse a la luz del día y cuyo hilo llega hasta hoy con todas sus consecuencias.
A estas alturas, creo no romper ningún código dándole nombre a la organización ya que los hechos que se desarrollaron a partir de ese momento son de dominio público. Más de uno ya habrá caído de que estamos hablando del MLN-TUPAMAROS. Según he leído para esas fechas se estaba preparando una operación de finanzas mucho más grande que el asalto al banco. (Hace apenas unos meses me enteré cual era ese objetivo). La operación era mucho más complicada en su operatoria y exigía muchos medios que debían actuar coordinadamente. Cualquier detalle que se saliera del esquema podía, no sólo hacer fracasar el operativo, sino poner en jaque a la organización misma. La otra operación que se estudiaba era el mucho más modesto y facilongo asalto al banco. Se votó y parece que el monto decidió la votación. La mayoría se inclinó por la grande y difícil. De todas maneras se dió luz verde a la propuesta de la minoría dado lo fácil y los pocos recursos, operativamente hablando, que había que invertir. Y se dio de nuevo el cumplimiento de la ley de Murphy. Falló la grande. No voy a entrar en detalles, ya que hay, para quien le interese el tema, donde encontrarlos. El resultado objetivo es que la cana se hace de suficientes datos como para desmantelar toda una organización que trabajosamente se había forjado entre telones. El procedimiento en la chacra donde cae Silveira Regalado formaba parte de la respuesta de las “fuerzas del orden” y que casi acaba con el MLN-T según la fuente consultada. Montón de presos, compañeros caídos en combate abierto ahora, inician un período inédito hasta ahí en nuestra historia. Se instala para quedarse un tiempo la guerrilla, de corte urbana mayoritariamente y bajo las banderas de la liberación nacional. Los pocos que se salvan de la debacle, comienzan un período de reconstrucción también en la penumbra y los fondos que lo permiten son, según esta fuente de donde saco los datos, los obtenidos en aquella pequeña agencia bancaria unos meses antes. La operación chica, la fácil, la por si las moscas. Y ahí está el telar entretejiendo vidas y hechos de una forma apenas susceptible.
Confirmando de paso la primera ley de la dialéctica: todo forma parte del todo.
Puede que suene a ganzada mayúscula, pero a veces me asalta, viendo hoy donde terminó toda aquella gesta heroica, un sentimiento de culpa. Si aquella famosa escalera hubiera estado ese día en su lugar contra la medianera de la ferretería a lo mejor hubiera cambiado toda la historia del país. Pero la historia no se escribe en condicional leí por ahí. Si mi abuelita no se hubiera muerto, estaría viva.
Dejo para el final que fué de la historia de los cuatro “socios de la fábrica de baldosas” que conocí durante el asalto. Según he ido leyendo aquí y allá, uno de ellos cayó en combate. Otro renunció en una carta abierta a la organización, tiempo después de salir de la cana. Supongo que vió que ya no era la organización por la cual se había jugado el pellejo. Al petiso que me trajo amablemente del fondo juré que si nos cruzábamos alguna vez en la vida le iba a dar de trompadas hasta que se me acalambrara el brazo por el cagazo que me pegó. Y nos cruzamos nomás aunque uds, no lo crean. Había corrido mucha agua bajo los puentes, (y mucha sangre también). Recién salía de la cana y estaba parando en la casa de una hermana en el barrio según supe después. Estábamos en la cabecera de una línea de ómnibus. Cuando subo él ya estaba sentado. Eramos los dos únicos pasajeros. Las cosas habían cambiado bastante. Yo ya militaba en el campo popular, retomando las banderas que ellos tuvieron que arriar en su momento. Estábamos ahora del mismo lado del mostrador. Me olvidé por completo de la sarta de trompadas que le tenía reservada desde aquella época. Quise darle un apretón de manos, un fuerte abrazo. Llamarlo ahora si sin nombres ni señas… COMPAÑERO, Pero me quedé tan petrificado como el gerente aquella tarde en la agencia. No sé, quizás parte del cagazo se habia quedado escondido por ahí todos esos años. Después, el ómnibus arrancó. Se llenó de gente y ya no lo ví más. Si por alguna de esas casualidades llegara a leer estas líneas, (no hay dos sin tres dicen), te dejo el abrazo que no te dí ese día.
Dante en su Divina Comedia reservó el séptimo círculo del Infierno, el más profundo, para los traidores. Por eso a este lo dejé para el último. Todavía anda por ahí haciendo gárgaras con el nombre de la organización. Es, o se cree que es, un tipo importante. Para la burguesía seguro, para nosotros, difícil que el chancho chifle. Lo fui a ver a una charla debate que dio acá en Buenos Aires hace ya unos años. En un aparte antes de que comenzara la charla me acerqué y después del saludo le pregunté si se acordaba del asalto al banco tal agencia cual. Me miró sonriendo, quizás recordando lo chaplinesco del hecho, y me dijo que sí. Solamente le dije entonces: yo también estuve ahí. Después se lo llevaron los organizadores de lo que resultó una lamentable charla donde ni con chicanas pudo zafar de preguntas sencillas acerca de la posición que iba a adoptar el MLN en un gobierno que ni bien empezaba ya mostraba la hilacha de lo que hoy es: un triste ,(y peligroso), forro de la burguesía.
Y como diría Forrest Gump. Eso es todo lo que tengo para decir del asalto al banco.
Aunque les mentiría si dijera que es lo único. De ese hilito se desflecaron un montón de hilachas que se pueden seguir hasta hoy, y el telar no paró desde entonces. Pero para ver la tela tejida hasta ahora haría falta escribir mi biografía, y no creo que a nadie le interese leerla. Cosa que estoy prometiéndome hace más de medio siglo y apenas escribo cuatro o cinco líneas la dejo para después. Y como decía un compañero, después es nunca. Por eso me niego terminantemente a poner esa palabra de tres letras que ya deberían haber sacado del diccionario por soez.
CHE CACHO
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