Desde que era un niño vengo escuchando una frase que es casi patrimonio exclusivo de la clase media argentina: “el derecho de uno se termina donde comienza el derecho de los demás”.
Soy un apasionado oyente de las emisoras de Amplitud Modulada, sobre todo de los programas que comienzan a medianoche. Fue en uno de esos programas que, una vez más, volví a escuchar dicha frase. El oyente que dejaba su mensaje en el contestador hacía alusión a la toma de terrenos en Villa Soldati, hecho que desembocó en otro episodio de violencia institucional que costó la vida de dos personas a causa de la represión implementada porla Policía Metropolitana , la Federal y la Gendarmería y que, por tal motivo, compromete en cuanto a responsabilidades no sólo al gobierno de Macri sino también al de Cristina Fernández.
Además de disparar la frase en cuestión, el oyente “opinador” juzgó a los ocupantes de los terrenos como inmigrantes ilegales que “vienen a quitarnos trabajo y que pretenden vivir en igualdad de condiciones que el resto de los argentinos que pagamos nuestros impuestos”. Otro latiguillo repetido hasta el hartazgo por la clase media.
Pero volviendo al tema de nuestros derechos y los derechos de los demás, cabe preguntarse quiénes son los demás. Si los demás son los poderosos, los gobernantes que son funcionales a estos poderosos, las multinacionales, los grandes empresarios, vale aclarar que los derechos de los desposeídos, los explotados, los desocupados, los desnutridos y los marginados, no empiezan ni terminan en ninguna parte; sencillamente no existen.
El derecho a una vivienda y a un salario dignos como rezala Constitución argentina, ¿dónde empieza para quienes ni siquiera poseen un trabajo digno? ¿Dónde empieza el derecho de los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca? ¿Empieza ese derecho con la muerte de Mariano Ferreyra?
Soy un apasionado oyente de las emisoras de Amplitud Modulada, sobre todo de los programas que comienzan a medianoche. Fue en uno de esos programas que, una vez más, volví a escuchar dicha frase. El oyente que dejaba su mensaje en el contestador hacía alusión a la toma de terrenos en Villa Soldati, hecho que desembocó en otro episodio de violencia institucional que costó la vida de dos personas a causa de la represión implementada por
Además de disparar la frase en cuestión, el oyente “opinador” juzgó a los ocupantes de los terrenos como inmigrantes ilegales que “vienen a quitarnos trabajo y que pretenden vivir en igualdad de condiciones que el resto de los argentinos que pagamos nuestros impuestos”. Otro latiguillo repetido hasta el hartazgo por la clase media.
Pero volviendo al tema de nuestros derechos y los derechos de los demás, cabe preguntarse quiénes son los demás. Si los demás son los poderosos, los gobernantes que son funcionales a estos poderosos, las multinacionales, los grandes empresarios, vale aclarar que los derechos de los desposeídos, los explotados, los desocupados, los desnutridos y los marginados, no empiezan ni terminan en ninguna parte; sencillamente no existen.
El derecho a una vivienda y a un salario dignos como reza
¿Dónde empieza el derecho de discutir con los gobernantes el acceso a una vivienda? ¿Empieza con la muerte de dos jóvenes? ¿Dónde empieza el derecho de los tobas y otros tantos pueblos originarios a permanecer en sus tierras si son literalmente empujados por las topadoras de los grandes pooles sojeros?
Decir que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás es lo mismo que decir que la llanura termina en el horizonte; el horizonte se va corriendo a medida que transitamos el camino.
El horizonte de quienes no poseen vivienda, tierra o trabajo, lo fijan los que ostentan el poder político, económico y militar. Es hora de correr el horizonte hacia el lado opuesto. Ese camino estaban transitando Bernardo Salgueiro y Rosemary Puña en Villa Soldati, el diaguita Javier Chocobar en Tucumán, Sandra Juárez en Santiago del Estero, el qom Roberto López en Formosa y Mariano Ferreyra en Barracas cuando fueron asesinados.
Blog del autor: www.norbertoglavinovich.blogspot.com
Decir que nuestros derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás es lo mismo que decir que la llanura termina en el horizonte; el horizonte se va corriendo a medida que transitamos el camino.
El horizonte de quienes no poseen vivienda, tierra o trabajo, lo fijan los que ostentan el poder político, económico y militar. Es hora de correr el horizonte hacia el lado opuesto. Ese camino estaban transitando Bernardo Salgueiro y Rosemary Puña en Villa Soldati, el diaguita Javier Chocobar en Tucumán, Sandra Juárez en Santiago del Estero, el qom Roberto López en Formosa y Mariano Ferreyra en Barracas cuando fueron asesinados.
Blog del autor: www.norbertoglavinovich.blogspot.com
Tomado de Rebelión
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