Es inadmisible lo que se está viviendo en Buenos Aires, con la ausencia total del Estado frente a gente que se está enfrentando con armas y piedras. La puja política mezquina no debe habilitar a la justicia por mano propia. Si el Gobierno no actúa, estará dando vía libre a que se repita en cualquier lugar.
No sabemos a ciencia cierta qué está pasando en Villa Soldati, en la capital de nuestro país. Conocemos que en un intento de desalojo de un espacio público, ordenado por la justicia, se registraron dos muertes. Por la noche del jueves, arreciaron los tiroteos, la prensa mostró a por lo menos tres personas portando armas y a los vecinos que rechazan la usurpación, apedreando y pidiendo medidas xenófobas.
Ninguna fuerza pública está presente. El espacio vacante lo está usando la propia gente, desde todos los lados en pugna. Están los que reclaman un lugar para vivir, los que se quieren ir de la villa en la que viven, los que no quieren dejarlos ir, probablemente porque pierden mercado para el narcotráfico, tal como lo indican algunas versiones y los que viven en las inmediaciones y se niegan a tenerlos como vecinos.
En un país en donde el Estado está omnipresente hasta en el fútbol, no lo está, sin embargo, en donde tiene que estar.
La desesperación por sacar tajada política de lo sucedido no tiene explicación racional. Así, mientras no aparece por el lugar la Policía Federal , ni la Metropolitana , ni la Prefectura ni Gendarmería, Buenos Aires está movilizada políticamente en favor o en contra de Macri. Pero Macri no es el tema en discusión de hoy. Tal vez lo sea mañana o pasado o mejor: el día de las elecciones. Mientras tanto, el Gobierno nacional niega ayuda a la capital del país y observa por televisión cómo la gente hace justicia por mano propia.
La justicia toma medidas contradictorias: mientras unos ordenan el desalojo de la usurpación, otros mandan instalar baños químicos y acondicionar el parque para que la gente se radique allí.
La aplicación selectiva de la Declaración Universal de los Derechos Humanos atenta contra su vigencia plena. "Al enemigo, ni justicia", parece ser el lema que rige desde la Casa Rosada en donde el ministro de Justicia de la Nación ha salido a correrse del asunto, señalando que la Ciudad de Buenos Aires ya tiene suficientes efectivos para actuar, aún cuando su Jefe de Gobierno ha admitido la inferioridad de condiciones y pedido respaldo federal.
La peor de las caras de la política asoma en Villa Soldati: la del egoísmo y hasta, se podría inferir, el aliento a que le vaya mal al otro, aunque sigan muriendo personas. ¿No vivimos esto ya con los estallidos sociales de los años 80 y en el 2001?
Cuando los responsables de la administración del Estado se corren de lo que son sus roles fundamentales, lo que están haciendo es burlarse de las instituciones de la democracia y alentando su quiebre. Y eso está pasando.
Tomado de Argenpres.com
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