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sábado, 22 de mayo de 2010

LAS FABRICAS RECUPERADAS



Las fábricas recuperadas en Argentina, ¿experiencia antisistémica?
x Gustavo Castro Soto
Sus peligros estarán en la gerentización, la descoperativización, diferencias laborales y salariales, derechización, prácticas antidemocráticas, relaciones patriarcales, pérdida de la solidaridad

Las fábricas recuperadas, ¿expresión antisistémica?
En febrero del 2003 la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora dos veces al año el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reportaba índices alarmantes de pobreza e indigencia. Mientras que en la ciudad de Concordia un 77.7% se encontraba en condiciones de pobreza y el 50.5% en indigencia, la ciudad de Buenos Aires se encontraba en el otro extremo con un 21.2% bajo la línea de pobreza y el 5.7% en condición de indigencia.
El panorama se veía imposible de superar. Fábricas desmanteladas, abandonadas y con deudas. Los trabajadores sin dinero, sin sueldos desde hacía meses. Los proveedores reclamando a los «nuevos dueños» las deudas que dejó el empresario que salió huyendo mientras los bancos se negaban a darle créditos.[28] Sin electricidad muchos de ellos, sin agua o gas para repuntar la producción. Sin cables, sin focos, sin archivos o papelería. Además de quedar abandonados por los líderes sindicales,[29] en muchas ocasiones los empresarios hicieron lo imposible para impedir que sus antiguos empleados lograran contratos con nuevos clientes, boicotearon el suministro de bienes y servicios. Les hicieron la vida muy difícil. El portero o el último de la cadena productiva ahora tenían que sentarse en la silla del administrador o del gerente.[30] Muchos jóvenes que vieron la posibilidad de volver a empezar se fueron. Otros no soportaron la lucha. Algunos muy capacitados en su ramo fueron contratados por otras empresas llevándose a técnicos valiosos. Ahí están, se quedaron los demás. Solo querían que el dueño de la fábrica les pagara la deuda que tenía con ellos. Meses sin salarios ni prestaciones. Lo único que querían era trabajar para llevarles algo que comer a sus hijos.[31]
Los trabajadores y las trabajadoras tuvieron todos que aprender a organizar la producción, buscar a los proveedores y colocar el producto en el mercado. La fábrica ahora era suya mientras el gobierno decretaba expropiación y, si tenían suerte, este no les cobraría el costo de la indemnización por el rescate que pagaban a los empresarios. Resultó entonces que los proveedores y los trabajadores y trabajadoras eran los acreedores de la gran clase empresarial, que tenía deudas con la sociedad argentina. A estos, el gobierno solapó y apoyó.
En el proceso de resistencia muchos fueron los días, incluso meses, que pasaron viviendo y durmiendo en la fábrica cuidándola así del boicot empresarial; pero también lo hicieron porque no tenían dinero para tomar el transporte público a sus casas. Muchos viajaron de polizontes en los vagones del tren para ir y venir a sus hogares. Numerosos matrimonios, familias y amistades terminaron y se resquebrajaron.[32] Los hombres no regresaban a su casa, la tensión familiar y la pobreza crecían día a día. Todo ello en medio de represión, desalojos y persecución a la resistencia.
Las fábricas recuperadas no surgieron como un proyecto político de la conciencia de la clase trabajadora argentina contra el sistema capitalista con el fin de encontrar una alternativa, no solo al modelo neoliberal, sino al mismo sistema capitalista.[33] No, la situación más bien les llegó por la crisis del modelo neoliberal en su transición al modelo Corporación-Nación favorecido por las políticas impuestas por el FMI y el BM.
El modelo Corporación-Nación está caracterizado por concentrar la riqueza en manos de cada vez menos corporaciones multinacionales en constante fusión, las cuales concentran mayores riquezas que el PIB de muchos países del Sur al mismo tiempo; estas acaparan también el poder político y conciben sus propias estructuras de gobierno supranacional, por encima de los Estados-Nación, para generar la arquitectura y el andamiaje de su gobierno mundial. Cuentan con sus propias leyes laborales, de comercio, de seguridad, sus propios tribunales.
Sin embargo, esta crisis que marca la transición modélica hacia el último modelo del sistema capitalista, dio pie para generar una experiencia interesante y con rasgos antisistémicos. No podemos hablar de una experiencia sistémica totalmente autónoma respecto al sistema hegemónico capitalista. Puede haber rasgos, tendencias, características, asomos, pero nadie se puede sustraer todavía de manera autónoma e independiente del capitalismo. Pese al intento de generar una alternativa diferente, no se puede dejar, abandonar o prescindir tan fácilmente del papel moneda, del dinero, del sistema bancario, de los bienes que produce el capital, del consumo de hidrocarburos,[34] de la dependencia de las trasnacionales, del empleo y el salario, del mercado, de la ganancia, etcétera.
En el proceso de las fábricas recuperadas no hubo un solo camino. Cada experiencia fue distinta. Los trabajadores y trabajadoras argentinos solamente querían sobrevivir, recuperar su trabajo, su salario y llevar algo de comer a su familia. Esta clase era el sector más despolitizado por el peronismo que los llevó del trabajo a la casa y de la casa al trabajo.[35] Los que no tenían otras opciones y nada más que perder se quedaron resistiendo, incluso los mayores de edad que luego de décadas de trabajo no serían empleados en otros lugares, máxime cuando no se recibió el apoyo de los sindicatos vendidos a la clase empresarial.
Las experiencias antisistémicas no necesariamente abarcan toda la gama de características antisistémicas, sino a un conjunto de características de vida que no son expresión del capitalismo. Veamos algunas en la experiencia de las fábricas recuperadas.
Quizás uno de los motivos de alegría es que no tienen patrón; el patrón capitalista dueño de los medios de producción. Vivir sin patrón y sin líderes sindicales generó una conciencia social y política radicalmente distinta. Y es que no hay dueño, el dueño, son todos y todas. Ello genera un ambiente y una actitud distinta en las relaciones entre los trabajadores y trabajadoras, y entre ellos y ellas con la infraestructura y las cosas que están en la fábrica y que les da de comer.[36] Antes no les importaba saber de otros puestos de trabajo, si funcionaban bien o no, a fin de cuentas la fábrica en su totalidad era responsabilidad del patrón. Por otro lado tampoco les permitía el dueño saber más oficios, solo uno, que justificara su bajo sueldo. Sin embargo, si ahora uno o una se enferma había que mantener el barco funcionando; se limpia y se cuida con gusto lo que es propio.
Todos saben de todo por necesidad y se han apropiado del proceso completo de producción. Hay interés en aprender porque la fábrica es de todos y todas. Se recoge lo tirado, se guarda con celo un pedazo de fierro que podrá repararse o que para algo servirá o ahorrará costos, en vez de desecharlo. El reto sobrevendrá en la medida en que aumenta la producción, reviven la fábrica y necesitan más compañeros y compañeras, no convertirse en nuevos patrones de otros que «no lucharon con nosotros para recuperar la fábrica».[37]
No hay jefes ni gerentes. Esto genera una igualdad en las relaciones de poder, en las relaciones humanas y en la autoestima de los trabajadores y trabajadoras. Hay comisiones y encargados, hay rotación de funciones. Hay control sobre el trabajo de todos y todas. Y es que el barco o se hunde con todos o se salva con la participación de todos. Lo curioso es que el derecho laboral para formar sindicatos pierde sentido: ya no hay contra quien defenderse, ya no hay patrones. Por ello, los empresarios como sector del poder sindical manifiestan su rechazo a los trabajadores y trabajadoras «que no son capaces de nada».
Los ingresos también se han modificado. Ganan más. En muchas fábricas recuperadas los salarios son iguales. No hay escalafones y sus ingresos han aumentado. «Llevamos más dinero a casa porque no hay cuotas sindicales».38] Y es que también han eliminado a una nata de funcionarios empresariales con altos sueldos, y entre todos y todas se han distribuido las ganancias. La distribución equitativa de los ingresos y de los excedentes es otro elemento que contradice y revierte la lógica acumulativa del capitalismo. El reto será mantener estos criterios. En la medida en que se pierda, se reincorporarán muy rápidamente a las diferencias económicas, de clase, políticas y de privilegios.
La democracia es otro encuentro con la práctica antisistémica en la medida en que el capitalismo es inherentemente antidemocrático. Las fábricas se han convertido en asambleas donde todos y todas votan sobre el curso que habrá que dar a la producción y a las políticas internas. Entre todos y todas tienen que enfrentar un enemigo poderoso como es el capital trasnacional y la clase política empresarial argentina. Cuando la información es transparente y se mantienen mecanismos para ello, la democracia sigue vigente. Si la pierden, empezarían a manifestarse las cuotas de poder, los espacios cerrados del manejo de la información y por tanto del poder.
El tener en sus manos los medios de producción es un cambio radical en la conciencia del trabajador y trabajadora. Violan el principio capitalista de la propiedad privada. No solo les pertenecen legítimamente los medios de producción sino que son acreedores de una deuda inmensa con el empresario que les quedó debiendo millones de pesos en sueldos, indemnizaciones y perjuicios. Sin embargo, el reto antisistémico más profundo es que definan otro tipo de producción bajo la lógica de un proyecto alternativo. Y es que son dueños de los medios mas no de las leyes que rigen la producción capitalista y el mercado. Siguen produciendo lo mismo, para el mismo sistema, para el mismo mercado. Están insertados en la competencia capitalista y no han cambiado la forma de producción.
Las relaciones familiares se modificaron radicalmente. Los hijos y las esposas ahora pueden entrar a la fábrica que también es su casa. La familia sabe dónde trabaja el padre y lo que hace. La fábrica recuperada se convierte también en el lugar de fiestas y convivios. La identidad de la familia con la fábrica se hace una con todos. Y en medio de todo ello, las mujeres trabajadoras vieron cambiar sus vidas durante este proceso de lucha y resistencia. La entrada a la vida política activa las vio renacer.
Las relaciones de la fábrica con la sociedad también se han modificado. Muchos obreros y obreras lograron levantar la fábrica gracias al apoyo y solidaridad de los vecinos, de los barrios que estuvieron al frente en la defensa de sus puestos de trabajo cuando la policía llegó para reprimir e intentar desalojos. Esto ha llevado también a que algunas fábricas y empresas recuperadas expresen solidaridad con las luchas sociales no solo de otras igualmente recuperadas, sino de distintos movimientos sociales. Algunos centros de trabajo se han convertido también en centros sociales y culturales para el barrio. Otras fábricas recuperadas han logrado aportar a la comunidad y abrirse a ella generando espacios de recreación, escuelas y otros apoyos al servicio del colectivo.[39] El reto será no dejar esta relación con la sociedad sin la cual la experiencia antisistémica difícilmente pueda sobrevivir. Pero también un reto fundamental: ¿cómo mantener la mística y el espíritu que se originó durante la experiencia de la recuperación? La memoria histórica será un factor que deberá jugar un papel fundamental.
Lo anterior ha generado una relación mutua de solidaridad que el capitalismo no conoce. La solidaridad va más allá de las relaciones económicas, se extiende hasta los vínculos sociales fuertes entre la fábrica recuperada y los movimientos sociales y las familias de los barrios.
Aunque en términos de seguridad laboral y social con prestaciones y otros apoyos no han progresado significativamente, la seguridad existe en la medida en que el trabajo es suyo, la fábrica es suya. Al trabajador y trabajadora le dan ganas de ir a trabajar a «su» fábrica. Ahora sí puede decir: «es nuestra». El trabajo ahora es militante. No hay cuotas sindicales, no hay sindicatos, hay solidaridad.
Curiosamente muchas fábricas y empresas recuperadas restauraron también la credibilidad porque pagan por adelantado o en efectivo a sus proveedores; procuran a toda costa cumplir con los plazos de entrega a sabiendas de que se quedan sin mercado.
Los retos de las fábricas recuperadas
Por tanto, la experiencia de las fábricas recuperadas es una experiencia antisistémica. Sus peligros estarán en la gerentización, la descoperativización, diferencias laborales y salariales, derechización, prácticas antidemocráticas, relaciones patriarcales, pérdida de la solidaridad y de las relaciones con la sociedad, el consumismo y la competencia del mercado, entre otras. Sin embargo, cabe mencionar que uno de los grandes retos es eliminar la brecha que divide al Movimiento de Fábricas Recuperadas y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.[40]
Otro de los grandes retos a que se enfrentan las fábricas recuperadas es la necesidad de atender la conciencia política para profundizar un cambio y establecer de manera permanente otros parámetros laborales y de producción.[41] Y es que la dinámica de la producción, la presencia en los mercados, los embates del sistema, les quita tiempo para pensar en producir otra alternativa. Es necesario fortalecer procesos de concientización, educación y acompañamiento político, unidad entre empresas recuperadas para hacer fuerza y negociar con el gobierno y bancos (no son sujeto colectivo como las empresas y existe el peligro de aniquilarlas), que se logren las leyes de expropiación.
En el caso de la Imprenta Chilavert y el Hotel Bauen, son ejemplos de cómo poco a poco se han podido convertir en proyectos políticos. Para ello es necesario mantener el consenso social, el cual ya no es el mismo que al principio de la lucha por la toma de las fábricas. Toty Flores diría: «si las alternativas no se multiplican, si nos aíslan, si somos los únicos, no tenemos futuro».[42] Mientras para María Gabriela de las Mercedes, administradora de Viniplast: «necesitamos reagruparnos con otras fábricas, si no te juntás te caes».[43]
Para el repunte y consolidación de estas experiencias, algunas fábricas y empresas recuperadas demandan un fondo nacional para capitalizarlas; que el Estado asuma la deuda que las empresas tenían con sus acreedores; que el Estado asuma la deuda que los empresarios tenían con los salarios no pagados de los trabajadores y trabajadoras; y la necesidad de una ley nacional de expropiación.
Pero quedan otras interrogantes: ¿la experiencia de las fábricas recuperadas puede ser un proyecto que se extienda a nivel nacional?, ¿se podrían recuperar fábricas sin la necesidad del contexto que les dio origen en esta experiencia concreta?, ¿podrán sobrevivir sin las condiciones legales o jurídicas necesarias para existir?, ¿resistirán la guerra de las trasnacionales?, ¿resistirán a la expropiación?, ¿podrán mantenerse independientes sin el manejo y control del Estado y los sindicatos?, ¿podrán mantener las características antisistémicas?, y ¿serán cooptados al fin bajo la lógica del sistema, la producción, la ganancia, la calidad, la necesidad de disminuir costos de producción para competir? Más aún, ¿podrán hacer alianzas e incluso generar otra experiencia de producción no en la lógica de la inserción del mercado actual sino bajo la lógica de otro proyecto antisistémico? Porque distinto es tener características antisistémicas y otra cosa es construir un proyecto antisistémico.
De cualquier manera no cabe duda de que la lucha, la resistencia y la apropiación de las empresas y fábricas recuperadas en la Argentina no deja de ser una experiencia esperanzadora de que otros mundos son posibles.
http://red-latina-sin-fronteras.lacoctelera.net/post/2008/07/15/las-fabricas-recuperadas-argentina-experiencia

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"Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones." -Buenaventura Durruti
www.solidaridadobrera.org


NOTA.- Es parte de un artículo más extenso. Por razones de espacio se trascribe la parte específica acerca de las fábricas recuperadas.

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