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sábado, 8 de mayo de 2010

A LA ESPERA QUE KIRCHNER DEFRAUDE SU CARGO


Después de dos largos años, finalmente Néstor Kirchner se dio el gusto de ser ungido como el primer secretario general de la Unión de Naciones del Sur (Unasur), un difuso foro regional de nunca bien aclarados fundamentos que supieron alumbrar Luiz Inacio da Silva y Eduardo Duhalde hace más de un lustro. Ahora el pingüino disfruta del sabor de la venganza, pero no durará mucho. Como dijo Oscar Parrilli, una vez, Néstor "se aburre soberanamente".

BAHÍA BLANCA ( La Nueva Provincia).- El ministro del Interior, Florencio Randazzo, en un desorbitado arranque de fe extrema en su jefe político, dijo que los argentinos deberían sentirse orgullosos por el nombramiento. Es más que probable que buena parte de los argentinos de a pie no tengan la menor idea de qué es la Unasur, o para qué sirve. O, peor todavía, si le ayudará a paliar algunos de sus padeceres diarios como el desempleo, la pobreza o la inseguridad.
En verdad Kirchner tampoco tenía, y no es aventurado decir que no lo tiene ahora, demasiado interés en asumir funciones ejecutivas para las que, según el propio reglamento de la Unasur, se requiere una actividad "de tiempo completo". De hecho, si algo ha mostrado el santacruceño desde 2003, es un escaso interés y hasta estados de completo aburrimiento en las reuniones sobre relaciones internacionales, las cumbres y reuniones de presidentes, sean en Buenos Aires o en el extranjero. Un botón de muestra: cuando se realizó en Perú la sesión constitutiva de la Unión, él se quedó en Buenos Aires, sencillamente porque considera a esos encuentros una lisa y llana pérdida de tiempo.
Oscar Parrilli supo retratarlo de cuerpo entero cierta vez, cuando su jefe pegó el faltazo a la sesión de clausura de una reunión y se volvió antes de tiempo, en un sonoro desplante a sus pares. "Se aburre soberanamente", lo justificó su escudero.
La única vez que no tuvo más remedio que ser protagonista terminó por arruinarlo todo, con perjuicios para el país que de seguro todavía hoy se están pagando: fue durante la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, donde destrató groseramente al entonces presidente George Bush y dejó correr libremente las diatribas de Hugo Chávez y el piquetero Luis D'Elía contra el norteamericano. Viejo y grueso error: creer que la política exterior norteamericana cambia junto a sus presidentes. Y si no que lo diga Cristina Fernández y su mirada actual, no la del inicio, sobre Barak Obama.
Una de las razones de fondo de Kirchner para hacerse con el cargo en la UNASUR está lejos del rosario de propósitos y buenas intenciones con el que se llenan la boca Rafael Correa y Evo Morales. Es más bien una razón bien doméstica y que orilla la baja calaña política: su soterrado rencor hacia Tabaré Vázquez, el presidente uruguayo autor del veto que durante estos dos años le impidió al santacruceño subirse a ese sillón regional. Gracias a la buena onda de Pepe Mujica, que no dudó en reconocer los costos internos que le demandará la decisión de finalmente sumarse al consenso para ungirlo, el ex presidente argentino podrá seguramente disfrutar por estas horas del lento pero seguro sabor de la venganza.
La siguiente razón es tan doméstica como aquella. A Kirchner lo convencieron en largas tertulias de Olivos que para apuntalar su candidatura presidencial para 2011, era necesario recuperar -ganarse, sería mejor decir, porque no se recupera lo que nunca se tuvo- prestigio y consenso regional e internacional. Se dijo tras esos encuentros que hacerse de la secretaría general de UNASUR era una de las patas de la estrategia para crecer en intención de voto y recuperar algo de la imagen ante los ciudadanos, hoy perdida por el piso de los sondeos en un cerrado cabeza a cabeza con su propia esposa y con su archienemigo y socio fundador de este foro regional, Eduardo Duhalde.
Si debe empezar haciendo buena letra, Néstor Kirchner deberá renunciar a su banca en la cámara de Diputados, porque la labor por la que juró ayer por la tarde en Los Cardales le requiere dedicación exclusiva. De manera que de arranque nomás caen por inexactas las defensas de la continuidad del santacruceño en el parlamento que hicieron los inefables Carlos Kunkel y Agustín Rossi, cuando dijeron que no hay incompatibilidades.
Es muy probable que Kirchner utilice esa secretaria general como plataforma para sus intereses políticos internos, atados únicamente a recuperar imagen para su candidatura, y que fiel a su viejo estilo quede demasiado lejos del objetivo propuesto en la formula de juramento que él mismo leyó ayer delante de los presidentes de la región, de ejercer el cargo "con lealtad".
TOMADO DE URGENTE 24

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