REFLEXION
PUEDEN ACUSARME DE HABER FRACASADO; PERO NUNCA DE NO HABERLO INTENTADO
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sábado, 8 de mayo de 2010
KIRCHNER Y LA UNASUR
Un "demagogo extorsivo que se desploma todos los días".
KIRCHNER Y LA UNASUR
Kirchner ya se siente secretario general de Unasur (¿para qué querrá ese cargo inútil?)
Kirchner "es el hombre más inadecuado porque no sabe construir. Todo lo contrario, tiene vocación por destruir", dijo en declaraciones radiales Duhalde, que fuera el mentor de Kirchner y ahora es uno de sus acérrimos enemigos.
"Si hay una persona que no tiene condiciones para tareas de integración, ese señor es Kirchner. Él es especialista en desintegrar", apuntó Duhalde.
La falta de neutralidad hace del ex presidente argentino un mal candidato para un cargo que requiere un conciliador.
Si el Mercosur luce atascado, casi inviable, la Unasur no existe. Pero Néstor Kirchner quería la secretaría general temporaria, que le permite tener una excusa para sus permanentes ausencias a su deber como diputado nacional. Y la consiguió porque Uruguay levantó su veto aunque no le concedió su voto.
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) nació bajo el signo de la controversia.
La definición misma de esa unidad adoptó, por lo menos en apariencia, el más superficial de los criterios: el de la mera espacialidad. América del Sur no es un sujeto histórico. Es, apenas, un sujeto geográfico. Esta peculiaridad podría ser inofensiva si no entrañara una exclusión. Pero la idea de América del Sur suele formularse en oposición a América del Norte.
Y esa clasificación implica una amputación: la de México, país que está unido al resto de América latina por lazos históricos, lingüísticos, culturales y económicos.
Con la segregación de México, la región pierde un aporte de extraordinaria riqueza. Quienes justifican ese recorte aducen que los mexicanos se han integrado a un bloque presidido por los Estados Unidos, el Nafta.
Este diseño internacional, habitual en cierta literatura brasileña, propone la existencia de dos América, una con capital en Washington y la otra en Brasilia.
Es una visión empobrecedora, que ignora que una de las muchas contribuciones de la sociabilidad mexicana al resto de los países de raigambre latina es su proximidad, tensa y osmótica, con los Estados Unidos, en especial con la comunidad de origen hispano que está cobrando un protagonismo creciente en ese país.
Pero las limitaciones de la Unasur no son sólo conceptuales. También su construcción administrativa adolece de vicios inquietantes. El primero de ellos es su informalidad.
Hasta ahora sólo cuatro países han ratificado el Tratado Constitutivo de esta liga: son BOLIVIA, ECUADOR, GUAYANA Y VENEZUELA. Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y la Argentina todavía no lo han hecho. Esta demora le da a la Unión una densidad apenas superior a la de un club de amigos.
La postulación de Néstor Kirchner como secretario general del bloque, realizada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, viene a agudizar estas debilidades.
Como presidente de la República, Kirchner no participó de la reunión fundacional de la Unasur, celebrada en Cuzco en diciembre de 2004, y se hizo representar por su vice, Daniel Scioli, en un gesto que sus colegas de entonces entendieron como un desaire.
En aquel tiempo, los Kirchner menospreciaban la Unasur porque interpretaban, no sin razón, que era una criatura en cuyo nacimiento había tenido mucho que ver Eduardo Duhalde.
Aquella ausencia de Kirchner confirmó el desdén del santacruceño por las relaciones internacionales.
Si les prestó atención, fue sólo para atizar conflictos: desde el que se abrió con Chile por la reticencia a cumplir con la provisión de gas, hasta el que todavía no se cerró con Uruguay, por la instalación de una fábrica de pasta de celulosa en Fray Bentos.
Este último episodio fue el motivo de que, a contrapelo de una secular tradición bilateral, el ex presidente Tabaré Vázquez vetara al ex mandatario argentino para coordinar la Unasur.
Sin embargo, en la promoción de Kirchner hay algo más insólito y es que la comunidad regional renuncia con ella a la más mínima neutralidad. En principio, el aspirante a coordinar la Unasur es el enfático simpatizante de una corriente ideológica, como la liga bolivariana que encabeza Hugo Chávez e integran Rafael Correa y Evo Morales.
El vínculo de los Kirchner con el emir caribeño incluyó el menosprecio de otras naciones, como Colombia. Durante su discurso de asunción de mando, la Presidenta maltrató a Álvaro Uribe pidiéndole impertinentes explicaciones por su política contra las FARC. Días después, su esposo recorrió la selva colombiana de la mano de Chávez con la intención de liberar rehenes.
Estos episodios no serían más que demostraciones de una mala praxis diplomática, de no existir el clima prebélico que el caudillo venezolano alienta contra Colombia.
La Presidenta tuvo ocasión de experimentarlo hace pocos días, cuando asistió, en Caracas, a un interminable desfile militar, parodia de aquellos otros que embelesaban a los dictadores en los años cuarenta. Estos antecedentes deberían ser suficientes como para que la comunidad regional dude de la conveniencia de llevar a Kirchner a un cargo que demanda, antes que otra cosa, imparcialidad.
Pero desde hace tres años, el vínculo del kirchnerismo con Venezuela está fundadamente sospechado de corrupción.
No es un buen comienzo que la secretaría general de la Unasur se inaugure con un ex mandatario acusado en distintas instancias de la Justicia de los Estados Unidos por recibir dinero negro de Chávez para la campaña electoral de su esposa.
Ese rasgo lamentable del vínculo bolivariano ha vuelto a aparecer con la denuncia de un embajador argentino sobre la exigencia de sobornos en el intercambio comercial entre los dos países.
Tal como lo expresamos, la falta de neutralidad hace de Kirchner un mal candidato a ejercer una función multilateral que tiene también una dimensión doméstica todavía más preocupante. Los líderes de la región no están por poner la Unasur en manos de un ex presidente, sino en las de un candidato a presidente.
Pero Kirchner está lanzado a conquistar la Presidencia en 2011.
Su postulación y posterior designación al frente de la secretaría general podría ser entendida, entonces, como una intervención, sin duda involuntaria, en los asuntos internos de la Argentina. Esa posibilidad desmerecerá también a la entidad internacional, ya que estará dando sus primeros pasos de la mano de alguien a quien la lucha partidaria por el poder le impide ejercer una representación integral de su país.
Frente a estas graves deformaciones, hay faltas a la seriedad que resultan detalles. Una es el hecho de que la secretaría general de la Unasur no se inaugure en su sede reglamentaria, la ciudad de Quito, sino en Buenos Aires, para facilitar a Kirchner su dedicación a la política argentina.
Las esforzadas maniobras de Néstor Kirchner para presidir la Unasur son una metáfora perfecta de la actualidad del oficialismo, que gasta esfuerzos y energía para conquistar una posición que en rigor es pura ilusión.
Una pelea que luce apresurada si se la mira de cerca y que coloca al ex presidente en riesgo de inútil papelón internacional.
Es que si bien todo indica que Kirchner cuenta, sobre doce países miembros, con los votos de Venezuela, Ecuador, Surinam, Guyana, Bolivia y Chile, tanto Colombia como Paraguay son remisos.
Se suma a esto un serio problema que detectó la cancillería argentina en los últimos días: Brasil y Uruguay podrían también alguna idea distinta.
Por ejemplo, esperar que Lula deje la presidencia a fin de este año, para ofrecerle el cargo que quiere Kirchner.
Con su estilo bonachón, José “Pepe” Mujica, reveló que no todas son rosas en su relación con el matrimonio Kirchner. Antes de reunirse con la Presidenta en la Quinta de Olivos se permitió una humorada sobre el pedido de disculpas que exige Cristina por la instalación de Botnia: “Disculpas se piden los novios”, afirmó pícaro.
Mientras que días atrás, mucho más concreto el canciller uruguayo Luis Almagro, se negó a ratificar el apoyo a Kirchner: "No podemos adelantar si va o no va a haber veto porque primero tenemos que conocer bien los candidatos y la realidad de la próxima votación, y así, en función de ello, tomaremos las decisiones pertinentes", sostuvo diplomático.
Es que, en realidad, no hay mayor apuro para designar al Secretario General, porque la Unasur todavía no existe jurídicamente.
El artículo 26 del Tratado dice que “el presente tratado constitutivo de la Unasur entrará en vigor 30 días después de la fecha de recepción del noveno instrumento de ratificación”.
Hasta ahora sólo cuatro sobre doce estados firmantes (Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam) ratificaron el tratado, que, por lo tanto, no puede entrar en vigencia.
Los grandes países de la región, Brasil y Colombia, no parecen estar urgidos por firmarlo. Tampoco el gobierno argentino, que pretende colocar al Secretario General, parece tener apuro en ratificar el tratado, que podría encontrar más de una resistencia en un Congreso con mayoría opositora.
Incluso, de producirse una crisis entre los países alineados con Hugo Chávez y aquellos que están enfrentados al venezolano, la Unasur podría languidecer para terminar desapareciendo como pasó con tantos otros proyectos de “integración” latinoamericana.
Modales que molestan
Se suma a estos inconvenientes políticos y legales, una cuestión de estilo. Diplomacias como la brasileña y la colombiana, no observan con buenos ojos el ruidoso despliegue de Kirchner para convertirse en el funcionario estrella de la Unasur, llevando a ese organismo su particular estilo de conducción.
Por ejemplo, en Olivos ya se habla de que habría que trasladar la sede de la Secretaría General a Buenos Aires, para que Kirchner no vea dificultada su agenda política. La impulsiva decisión, olvida que el artículo 10 del tratado constitutivo dice que la Secretaría General tiene su sede en Quito, así que habría que reformarlo para darle el gusto al ex presidente.
En cuanto a las funciones que debería desempeñar Kirchner, el mismo artículo 10 dice que son exclusivas, no pudiendo recibir instrucciones de ningún gobierno.
Obviamente, esto obligaría a la renuncia de Kirchner a su banca de diputado. Con un agravante: Kirchner preside el mayor partido político de Argentina. ¿Son compatibles estas funciones?”, se preguntaba socarrón un experto diplomático.
Fuente: La Nación entre otras.
http://saleconfritas.blogdiario.com/1272983180/
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