JUSTICIA, ¿ES VENGANZA O LA VENGANZA ES JUSTICIA?
En el largo periplo histórico desde que el mono que se cayó del árbol haciendo su siesta y comenzó a transitar su camino evolutivo hasta llegar a ser el mono sofisticado que es hoy, hay un punto de inflexión, una bisagra en la historia de la especie. Fue sin duda la aparición del lenguaje. A lo mejor en su inicio no fueron más que gruñidos con un dejo todavía del gruñir puramente animal, pero con alguna tonalidad distinta que empezaba a tener un significado, (piedra, garrote, mamut, mujer, niño, etc). Quizás siguió luego un gorgoteo que empezaba a comunicar, al paso que su cerebro se desarrollaba por el esfuerzo de ponerle nombre a objetos cotidianos, ideas. Piedra=arma, mamut=comer. mujer=conservación de la especie. Niño=futuro, y así hasta que llegó a la conclusión de que esos sonidos lo hermanaban a sus congéneres a través del milagro de trasmitir ideas y sentimientos. De esa forma aprendió a conectar y combinar esas ideas y sentimientos dando el puntapié inicial a lo que hoy llamamos pomposamente desarrollo tecnológico donde la comunicación sigue teniendo un rol central y protagónico. Tal que si de golpe nos fuera quitada volveríamos seguramente a disfrutar de largas y tranquilas siestas en los árboles, en el supuesto que la soja transgénica y las pasteras de celulosa, hubieran dejado alguno. Ese es el poder que han alcanzado las palabras. Viendo algunos de los resultados obtenidos con este desarrollo pienso que, a lo mejor, hubiéramos salido ganando si aquel mono hubiera elegido para hacer su siesta algún árbol más seguro. Pero eso es pura especulación personal.
Lo cierto es que, para bien o para mal, las palabras nos siguen dominando y determinando nuestras conductas privadas o sociales. ¿Quién haciendo uso de esa tecnología de punta no se machacó los dedos de un martillazo y elaboró un prolijo discurso que aludía a la madre del que inventó el martillo o al que inventó los clavos, o a la de la patrona que le exigió que realizara la reparación de marras , o en el climax del dolor a su propia madre por haber procreado a semejante pedazo de inútil?
¿Quién al otro día de un ejemplar acto de civismo, como son las elecciones para presidente, al darse cuenta de que el ilustre ciudadano elegido, que le prometió el oro y el moro, se asocia con el susodicho moro y juntos se piantan el oro que se juntó con su esfuerzo, no ha elaborado otra extraordinaria pieza oratoria que sería envidia de cualquier filósofo griego, extendiendo las alabanzas a la madre del político de turno a todas las madres que forman su progenie desde el fondo de la historia?. Y siempre las palabras como instrumento.
Sucede que por estos días he escuchado hasta el cansancio por casi todas las organizaciones de derechos humanos, cuya justa e invalorable lucha admiro y comparto, agitar estas dos palabras como antitéticas. Una, JUSTICIA, representaría el anhelo de que se conozca la verdad de las atrocidades cometidas por los genocidas que han asolado ambas orillas del Plata para que se los castigara consecuentemente. La otra, VENGANZA, aparentemente demonizada, querría significar que no se adoptaría ninguna conducta que fuera equiparable al delito de lesa humanidad que se pretende castigar en los genocidas. Como intuitivamente nunca entendí la diferencia entre ambas, si es que existe esa diferencia, traté de conocer de una forma más académica sus reales significados. He aquí el resultado.
Según el dicccionario, entre otras acepciones, Justicia es pena o castigo público.
Venganza es respuesta con una ofensa o daño a otro recibido.
Venganza surge de la raíz latina vindicare, cuyo sentido es “reivindicar” o “reclamar en juicio”. Fue Séneca quien le dio el giro que hoy le conocemos, “vengarse de alguien”.
Volvamos a los antiguos romanos: del verbo vindicare se formó en latín el sustantivo vindicta, que llegó al romance castellano como venganza y al italiano como vendetta.
Entonces, si vengar (vindicare) es “reclamar en juicio”, podemos asumir que venganza (vindicta), es el resultado del juicio y el castigo que impone. Y si entendemos que justicia es la pena o el castigo público, ¿Dónde está la diferencia?
En el fondo ambas coinciden en ser la reparación que exige un individuo o una sociedad, cuando alguien violenta las reglas establecidas ocasionando un perjuicio tanto individual como colectivo. Cuando un individuo toma en sus manos la reparación, se habla de justicia por mano propia Del mismo modo podemos decir que, cuando es la sociedad quien establece esa reparación, por medio de sus instituciones y reglas preestablecidas, estamos ante un acto de venganza por cuenta de la sociedad en su conjunto. En ambos casos lo que se persigue es esa reparación al perjuicio que se ocasiona cuando un individuo o una organización violenta la ley. Cuando un individuo decide tomar en sus manos la justicia lo hace con sus propias reglas y métodos. Del mismo modo procede la sociedad. Sólo varían las reglas y los métodos. Así las cosas ambos términos corresponden al mismo acto: reparación de un daño, y el empleo de uno u otro vocablo solo expresa una diferencia semántica. Y sería bueno que si existe alguna diferencia, se le explicara claramente al ciudadano común, para empezar a saber de que estamos hablando cuando utilizamos esas palabras en términos antitéticos. O por lo menos en que estriba la diferencia de matiz entre ambas.
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