Esta noche es Nochebuena y mañana es navidad.
Pero la Navidad esta suena tan distinta a aquellas que pueblan los recuerdos de mi niñez….
Quizás porque la Vieja no anda entre nosotros traspirando con los preparativos. Ni el Viejo prendiendo el fuego para asar el cordero. Ni mis hermanos y yo andando de un lado al otro, tratando de ayudar con ese alegre nerviosismo de la tradicional fiesta donde toda la familia se reunía a compartir la mesa. Una mesa humilde, sin lujos, de una pobreza digna, (porque en esos tiempos, nosotros los pobres todavía teníamos dignidad), donde lo esencial era eso: compartir.
Y presidiendo toda esa algarabía un solo sentimiento: el amor. Porque esa noche todas las diferencias, todas las incomprensiones, los rencores, (las malas ondas se diría ahora) era olvidadas (o pospuestas) en homenaje a quien vino al mundo, según la tradición, a predicar con el amor….
Cuando menos los hombres, recuperábamos aunque más no fuera por un momento la cordura, (y la ternura). Y se paraban las guerras, y los vecinos salían a la vereda vaso en mano a compartir un brindis, un saludo. Y todos nos sentíamos realmente hermanos. Y no nos veíamos negros o blancos, católicos, protestantes, no creyentes, comunistas. Éramos simplemente seres humanos.
Sí que era distinto todo aquello, tan distinto que a quien no lo haya vivido le parecerá un cuento de ciencia ficción.
Y crecí. (Crecimos). Y la vida nos fue develando algunas verdades, tan sabia y duramente como sólo ella sabe hacerlo. Y conocí la otra cara, esa otra cara que tienen todas las cosas.
Así aprendí que detrás de la Justicia predicada, hay una Injusticia practicada. Y aprendí a odiar la injusticia, que quizás sea la forma más linda de amar.
Y me convencí que en nombre de esa paz y ese amor, se cometían toda clase de tropelías contra, precisamente, los que creíamos en esa paz y ese amor que nos predicaban. Y que no podría cantar noche de paz, noche de amor, hasta que no hubiéramos terminado esta guerra contra la injusticia.
No sé si es cierto aquello de que todo tiempo pasado fue mejor; (quizás porque si empiezo a pensar en eso, voy a empezar a reconocer mi vejez), pero sí, era todo tan distinto…. Y lo cierto es que algo ha cambiado, y nos ha cambiado. Y aunque quiero aferrarme con uñas y dientes a ese lindo recuerdo, el cambio me atropella y arrastra.
Esta noche no es tan buena y quizás algún día tengamos una verdadera navidad.
CHE CACHO
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